Red de escritores en español

viernes, 30 de marzo de 2018

Nadie

Nadie

Ya nadie comenta
las entradas que de subir me encargo
Las palabras que brotan de mi cabeza
pasan invisibles en este mes de marzo

Habrá pasado de moda
el sitio este
Buscaran cosas mas novedosas
navegando en las redes

Donde andarán
las opiniones que lo adornaban con sus pinceladas
Vacío esto ahora está
como las hojas que caen marchitas en cada mañana

Nadie se fija que hay por acá
o cual es la novedad
Parece que quedó atrás
la época en que cada posteo daba que hablar

Los tiempos van cambiando
y los días no son los mismos
En otros temas mas importantes estarán concentrados
que en este blog envejecido

sábado, 17 de marzo de 2018

Supervivencia

Supervivencia

Cerraron las fábricas de la ciudad. Miles de empleados quedaron despedidos.
Salieron a reclamar. Cortaban calles, avenidas, daban panfletos a los transeúntes o automovilistas para hacer saber de su situación. Aunque en muchas ocasiones debían salir corriendo porque la policía los reprimía. También se llevaban detenidos a varios de ellos.

Cada vez que protestaban debían soportar la cada vez mayor ferocidad de las fuerzas de seguridad. Policías y militares que disparaban balas de goma y plomo. Ademas de arrojar gases nocivos. Muchos terminaban heridos, desmayados. Otros eran esposados para luego ser subidos a vehículos que los depositaban en distintas comisarías.

Entonces se cansaron. Cada uno intentaba hacer la suya como podía. Aunque la mayoría permanecía frustrada en sus casas sin saber que hacer. Estaban angustiados, dormían mal, fumaban o tomaban alcohol mas de la cuenta. Se peleaban con sus seres queridos. Algunos intentaban buscar trabajo en otros lados. Como bares, supermercados. Solo unos pocos lo consiguieron.

Pasado un tiempo. Varios de estos, con lágrimas en los ojos. Excluídos totalmente, sin nadie que les abriera las puertas, se dedicaron al delito. Asaltaban casas, autos. Sentían que no tenían otra opción. El sistema les negaba todas las oportunidades. Y del Estado no le daban ninguna ayuda. Sumado a que tenían hijos a quien cuidarlos, alimentar, comprarles ropa, útiles escolares. O padres jubilados que tampoco podían solventar los gastos por su cuenta.

A medida que pasaban los meses notaban que cada vez había menos para robar. 

Los dueños de las casas no tenían tantas cosas como antes. Estos también fueron echados de sus cargos. Muchos eran empleados como ellos. Otros profesores de universidades, médicos, técnicos industriales, bioquímicos. Se hallaban en la misma situación. Hartos de marchar sin obtener respuestas, aparte de aguantarse la represión de la policía, un gran número optó por irse a vivir a alguna ciudad lejana. Otro grupo pudo trabajar de otra cosa que no tenía nada que ver con el oficio que sabían y hacían toda la vida. Y varios también cayeron en el delito.

Mas tarde cerraron los comercios. Porque al estar la mayoría de la gente excluída sus propietarios no tenían a quien venderle. Se terminaron fundiendo. Dejando otro grupo de personas sin saber que hacer.

Los únicos que quedaban abiertos eran los negocios de comida. Pero no por mucho tiempo. Ya que la cada vez mayor gente que quedaba fuera del sistema les pedían alimentos. No compraban porque no tenían dinero. Cuando los dueños se cansaron de darles comida gratis, ya que no les alcanzaba el capital para reponer la mercadería saquearon sus locales. Una vez ocurrido este hecho decidieron bajar las persianas de esos comercios para no volver a abrir. Despidiendo a sus empleados Que tampoco sabían que hacer.

Cuando ya estaba todo cerrado y no había nada. La gente, cada vez con mas hambre se fueron comiendo entre ella. 

sábado, 3 de marzo de 2018

Ida y vuelta

Ida y vuelta


Saliendo desde el este
para en el oeste perderse

Una silueta que baila en el mar
que arrastrándose en las montañas terminará

Una fuerte luz brillando en el horizonte
apagándose para volverse invisible en la noche

Un jazmín que florece de primavera
cayendo en otoño deshecho sobre la tierra

Un soleado cielo
al que la niebla lo va cubriendo de un gris espeso 

Una pared recien pintada
que la humedad se encargará de agrietarla.

Un rostro de niño
transformándose en arrugas de un cuerpo envejecido

Así vamos pasando los días
se consumen nuestras vidas.
Entre tantas idas y venidas
sin saber cuando el camino se nos termina.


Gualeguaychú. Y muchas ciudades mas...

En Gualeguaychú ya nadie toma agua de la canilla. Muchos también dejaron de bañarse en el río. Una mujer reconoce que siente miedo hasta de respirar. Ninguno que conozca su historia se atrevería a decir que está exagerando.
Antonella González tenía la vida que quería tener a los nueve años. Mamá, papá, cuatro hermanos y la playa de Ñandubaysal cerca de casa. La alegría sólo se interrumpía cuando los neumonólogos insistían en el uso del puff. "Algunos decían que tenía asma y otros, una alergia bronquial, pero Anto solamente había tenido una crisis respiratoria a los cinco años. Lo único que hacía el puff era generarle muchas palpitaciones".
El año pasado Antonella viajó a Santa Fe para pasar las vacaciones de invierno con su tía, que aprovechó para incorporar una nueva opinión. El médico que revisó a Antonella no necesitó hacerle ningún análisis para descubrir que el problema era otro. "Con sólo tocarla se dio cuenta de que tenía el bazo inflamado y que debía internarla de inmediato porque podía ser leucemia", recuerda Natalia.
Antonella volvió a Entre Ríos y un médico privado confirmó el diagnóstico. "La tuve que llevar a un consultorio porque en el hospital de Gualeguaychú no hay niños con cáncer, no hay una lista de chicos que hayan sido diagnosticados alguna vez y tampoco hay oncopediatras. El médico me dijo 'hasta acá llegué' y me aconsejó que la llevara a Buenos Aires."
Lo que pasa en Entre Ríos es el glifosato. Una investigación publicada por la revista internacional Environmental Pollution y realizada por científicos del Conicet reveló que el herbicida volcado en los campos argentinos por el agronegocio no se degrada –por lo tanto, se acumula– y que la concentración de glifosato constatada en Entre Ríos –con epicentro en la localidad de Urdinarrain, dentro del departamento de Gualeguaychú– se encuentra entre las más altas a nivel mundial.
Ya en marzo de 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), que forma parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), concluyó que "existe evidencia suficiente" para relacionar al glifosato con, precisamente, la proliferación de la enfermedad.

ESTO NO LO ESCRIBÍ YO
Fuente:






Antonella y los cánceres de Gualeguaychú


Por Silvana Melo para Agencia Pelota de trapo
Gualeguaychú es un terrón en la provincia de Entre Ríos: la más regada por glifosato, según informes del Conicet. Con Urdinarrain como estrella mundial del veneno sistémico (Environmental Pollution). En Gualeguaychú el 30 % de los muertos mueren de cáncer, mientras que en el país no superan el 20 %.
Entre Ríos es una autopista sojera, capital de un modelo de producción que necesita envenenar para subsistir. Dos días antes de que Antonella muriera, Natalia Bazán habló 28 minutos frente a su celular. La madre de Antonella habló cuando la nena ya dormía y el dolor había sido derogado en las últimas horas de vida. Y dijo que “la vida de nuestros hijos no siga siendo un negocio”. Y dijo que “paren toda esta mierda que mata a nuestros hijos y a otros les llena el bolsillo”.

El periodista Fabián Magnotta, después de la investigación donde surgió que el cáncer en Gualeguaychú superaba la media nacional, publicó en su perfil de Facebook un pedido: “No hay estadísticas sobre cáncer en menores de 18 años en Gualeguaychú. Agradezco información para hacerla”. Decenas de respuestas con nombres, con edades pequeñas, con historias de leucemias y cánceres, con temporadas eternas en el Garrahan, lejos de casa, con muertes absurdas, caprichosas, colonizando espacios donde deberían regir la rayuela y la vertical, la cancha y el burbujero, despacito y el brujo de bulubú, el reggaetón y la bici.
Le llevará un año más a Fabián Magnotta elaborar toda esa muerte aluvional. Pero será él quien lo vuelva a hacer porque las cifras oficiales, si hay, se guardan celosamente. Para no generar segundas investigaciones (por ejemplo, las causas) que puedan fastidiar a los actores -de ubicuidad intensa- de los agronegocios. Que suelen ser diputados, ministros, médicos, empresarios. Es decir, telas de araña que envuelven la voluntad de los pueblos. Que conceden generosamente el trabajo con el que subsisten esos pueblos. Y ante los que pocos se atreven a correr un riesgo que, además de la hipoteca del futuro, a la que ya están resignados, les abroche el vaciamiento del presente.

Antonella murió el lunes a las 10,25 en la Terapia Intensiva del Garrahan. “Las cinco quimios le destrozaron los órganos”, dijo Natalia Bazán. En una provincia arrasada por los agroquímicos, probablemente Anto haya sufrido el castigo de la hierba frágil. Y la terapia con más química la haya quebrado como un cristalito. Acaso no se sepa nunca. Y sólo quede en la canasta de las hipótesis. O en el baúl de los mitos. Para que no se despierten los propietarios de la tierra y el agua. Y se sientan ofendidos por niños que se mueren como daños colaterales.


Como murieron Leila Derudder (14) y Joan Franco (dos años y medio) en 2014 en San Salvador, Entre Ríos. A 200 kilómetros de Gualeguaychú. En esa cuadra donde el cáncer golpeaba a la puerta casa por casa.
La revista internacional Environmental Pollution fue la que publicó el informe de los investigadores del Conicet: Entre Ríos registra los más altos niveles de acumulación de glifosato a nivel mundial. “Dada la enorme cantidad pulverizada y la afectación de los microorganismos encargados de su degradación, el producto no hace más que acumularse en las tierras con todo el riesgo tóxico que esto implica”.





Foto: Pablo Piovano

Es una evidencia científica de la criminalidad del impacto socioambiental del modelo de producción que ha subsistido con éxito desde su blanqueo brutal en 1996 con la entrada de la transgénesis, en un tránsito por neoliberalismos, progresismos y etcéteras, amamantados todos prolijamente por la nueva concentración de poder.
Las evidencias políticas están en la impunidad. En la ceguera judicial que es capaz de negar responsabilidades a pesar de la autopsia en un cuerpito plagado de endosulfán. En la decisión de mantener el modelo como columna y sostén del estado.
Mientras la vida pasaba afuera, desesperada, vertiginosa, Antonella moría el lunes. A las 10,25 de la mañana. Tenía ocho años. Estuvo meses en el Garrahan, enchufada a cables y agujas, atada a barbijos, cantando hasta que pudo. Cuando debió haber jugado hasta el hartazgo. Tomando helados, pelándose las rodillas en la plaza y riéndose de Gualeguaychú, con ese nombre de estornudo. Libre y feliz.
*Por Silvana Melo para Agencia Pelota de trapo
ESTO NO LO ESCRIBÍ YO
Fuente: