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jueves, 24 de febrero de 2011

Sebastian

Sebastian

A Sebastian le gustaba pintar. Pintaba cuadros, láminas, o para algunas revistas culturales. Los fines de semana a veces se encontraba con amigos. Otras iba al cine, al teatro. Y de vez en cuando salía con una chca a la que conoció por chat hace alrededor de un año.
Un día empezó a notar algo extraño. Quería hablar y no le salían las palabras. Repetía las sílabas. O para poder iniciar una frase tenía que hacer demasiada fuerza. Nunca le había ocurrido algo así anteriormente.
Al principio siguió haciendo su vida de modo normal. Pero de a poco, con el paso de los meses, empezó a preocuparse por su estado. Veía que su manera de hablar no cambiaba. A la vez que comenzaba a sentir miedo de hacerlo en público. Por esa razón ahora evitaba ir a comprar a negocios comunes. Lo hacía en los supermercados. Donde se servía automáticamente el producto sin tener que decirle nada a nadie. A la chica con la que salía cada vez le iba poniendo mas escusas para no encontrarse. Viajes, enfermedades, reuniones, etc. Prefería comunicarse con ella solo por chat o mensaje de texto. Tambien dejó de hablar con los vecinos de su departamento. Solo los saludaba.
Mas tarde tampoco iba a ver a sus amigos con los que se encontraba. Y los fines de semana optaba por quedarse encerrado mirando televisión, leyendo algo, escuchándo música o haciendo cosas con la computadora. Por ese motivo había dejado de comprarse ropa. Sentía que ya no tenía demasiados sitios donde poder lucirla. Sumado a la verguenza que significaba para él ir a comprar y ponerse a tartamudear.
Así fue como Sebastián lentamente se acostumbró a este nuevo estilo de vida. Seguía pintando pero ya no con la misma frecuencia con la que lo hacía antes. Había perdido el entusiasmo. Además tampoco iba a las galerías de arte o centros culturales donde exponía sus cuadros. Solamente participaba de las revistas mandando sus dibujos o comentarios vía email sin necesidad de hablar. Mientras tanto las telaarañas se iban acumulando entre los techos. El polvo de a poco cubría las superficies de algunos muebles del living o la pieza mientras la grasa lo hacía en los de la cocina. Total no recibía visitas y no tenía que preocuparse mucho por la limpieza. A todo aquel que lo llamaba para verlo le decía que estaba ocupado y no tenía tiempo. Algo parecido ocurría con su cuerpo. Se bañaba menos, permanecía casi siempre con la misma ropa. Ya que si no fuese por las veces que iba a comprar algo o pagar algun impuesto estaba todo el tiempo en su casa.
A esta altura tampoco le quedaba demasiado interes en seguir pintando. Por mas que no tuviera que presentarse en público. Se hallaba casi siempre en silencio. Con la radio o tv apagada. A veces se acostaba a las cuatro de la tarde y permanecía así hasta las once de la noche. Momento en el que comía algo y volvía a la cama. Otras se levantaba a las ocho de la mañana para hacer algunas compras, desayunaba y se iba a dormir.
Una tarde sonó el portero eléctrico de su departamento. Le pareció raro. Atendió y vio que era la chica con la que salía. Le metió algunas escusas para no verla pero ella no las aceptó. Le dijo que ya estaba cansada de jugar a las escondidas y que si lo hacía de nuevo no la vería nunca mas. Hasta le cuestionó si no la estaba engañanado con otra mujer.
Una vez que lo vió ella se sorprendió al encontrarlo barbudo, mal vestido. Y cuando entraron al departamento tuvo una sensación desagradable al hallarlo todo oscuro y con todas las ventanas cerradas. Le preguntó si le ocurría algo y Sebastián le confesó la verdad. Que por su forma de hablar siente que ya nada tiene sentido o que todos lo van a rechazar. Ella sonrió y le explicó que no era así. Que una persona no vale solo por como habla, que hay muchas cosas. Y que como todo ser humano cada cual tiene sus defectos y sus virtudes. Tambien le hizo saber que su tartamudez a ella no le molesta en absoluto. Luego se interesó por sus pinturas y sus amigos pero él no supo que responderle. Entonces lo abrazó y lo besó a la vez que le decía que no quería mas verlo así. Que volviera a vestirse con camisa, afeitado y perfumado al igual que como lo hacía antes. Y que limpiara urgente su habitación.
Al otro día Sebastián se quedo pensando en aquella charla y probó hacerle caso. Se baño para luego afeitarse y salir a caminar un rato. Al regresar a su departamento se puso a limpiar todos los muebles.
El Sábado siguiente se reunió con sus amigos. Habló a su manera y notó que ellos no le dieron la mínima importancia. Se fijaban mas en las cosas que decía. También le preguntaron porque estuvo ausente durante tanto tiempo pero él permaneció en silencio.
El Domingo salió de nuevo con esa chica y ella se puso contenta al verlo otra vez reluciente. La invitó a tomar algo, luego al cine. Tambien le agradeció por la paciencia y le pidió perdón por todo ese tiempo que se mantuvo escondido.
Durante la semana siguiente volvió a pintar.

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