Red de escritores en español

domingo, 24 de septiembre de 2017

Aquel campo

Aquel campo
 
El sol se apagó. Los ríos que bañaban aquel campo ahora eran de un fuerte color naranja, tenían burbujas y despedían humo de su interior. Como si estuviesen hirviendo. 


Las ramas de las plantas y árboles que se hallaban en ese sitio fueron reemplazadas por tentáculos. Los cuales terminaban en bocas con dientes que no hacían mas que comerse entre ellos.


Había perros, gatos, liebres que corrían sin rumbo como enloquecidos. Una vez que se encontraban no paraban de pelear hasta matarse.


Luego bajaban unas enormes aves grises con enormes colmillos. Estas devoraban los cadáveres que iban quedando en el suelo.

De la tierra se levantaban esqueletos de seres humanos con sus ojos rojos. Quienes entre ellos se tomaban de las manos, se golpeaban, caían y volvían a hundirse en el suelo. Para luego emerger otra vez y luego de pelear volver a caer. 


Mas tarde comenzaron a producirse explosiones por todas partes. Del cielo caían bolas de fuego incendiando, matando y destruyendo todo lo que había en la zona.
Horas después todo eso se había convertido en un gigantesco manto de cenizas.

sábado, 9 de septiembre de 2017

Alrededor de las siete


Alrededor de las siete

A eso de las siete
el sol vuelve a hacerse presente.

Un gato muestra sus dientes
paseando entre la gente.

Ese perro desea que su dueño se despierte
para llevarlo a caminar por el cesped

Un vendedor espera que lleguen los clientes
con el objetivo de hacerse de billetes.

Al cabello de la niña su madre le pasa el peine
quitándole todas sus liendres.

Un abuelo de saco verde
pide un cafe con leche

Hay señoras conversando hasta que el timbre suene
y sus hijos en el patio de la escuela se queden

Debajo un cartel que dice se vende

personas envueltas en sábanas duermen

Aquel motociclista con oscuros lentes
casi atropella a un hombre esperando que su colectivo llegue

Sobre una disquería de la vereda de enfrente
suena un tango de Pugliese

En aquel puesto de la avenida Corrientes
hay un diario abierto en la pagina veinte

Mientras tanto desayuno algo caliente
en una mañana de setiembre

domingo, 27 de agosto de 2017

Anda la noche





Noche que andas

Deambulando por la ciudad

Junto a coches que no quieren dejar de avanzar

Sentándote en un bar

Observando como la gente viene y va


A las hojas secas que con el viento no paran de danzar


Bebiendo una cerveza al pasar

Sintiendo la brisa y la humedad

Tambien una música sonando desde mas allá

Acompañada de voces que vienen de otro lugar

Mientras el reloj se encarga de mostrar

Como lentamente las horas se van

Hasta que mas tarde nuevamente el sol saludará

A montones de chicos que salen de bailar

Y vos te iras nuevamente a descansar

sábado, 12 de agosto de 2017

Billetes

Billetes

Billetes que en la cartera engordan su interior
igual que en el bolsillo de un pantalón
de alguien que seguramente hoy los utilizó

Billetes que son necesarios
para afrontar los días del calendario

Billetes que convierten
Billetes que corrompen
Billetes que enojan
Billetes que transforman


Billetes que sobran
Billetes que faltan.
Billetes que se van
sin decir cuando volverán


Queriendo mas
Saliendo a protestar
a huelgas generar
Aunque tambien a matar
O creerse superior por poseer mayor cantidad

Billetes que pueden llevar a cenar en un hotel cinco estrellas
También a mendigar sobre una vereda
Que hacen que suba o baje el nivel social
dependiendo de cuantos hay

Billetes que no son mas que papeles sucios con olor
gastados de andar entre tantos dedos bañados de sudor
que alguna vez alguien pinto
y les dio un valor

sábado, 29 de julio de 2017

Sale y se va

El sol sale, se queda un rato y después se va.


O sera que nosotros somos los que salimos

Permanecemos un tiempo





Y luego nos vamos

sábado, 15 de julio de 2017

Una tarde mas



La tarde que ya se fue

Pasadas las seis

En este séptimo mes

Para nunca mas volver



domingo, 2 de julio de 2017

La sed de Roberto

La sed de Roberto

Eran las dos de la tarde. Roberto no daba mas de la sed. Estaba en Corrientes y Talcahuano. Fue a un kiosco. Eligió un agua saborizada. La puso en el mostrador para que se la cobraran. El encargado el dijo que no podía llevarla. Roberto asombrado le preguntó los motivos y este le dijo que no sabía. Pero tenía orden de no vender esa bebida. Le pareció ridículo. Fue a otro kiosco y obtuvo la misma respuesta. Probó en varios mas sin obtener éxito alguno. Solo en uno le dijeron que mirara en la etiqueta del envase si no había algun número de teléfono e intente llamar allí. Se fijó. Aparecía el de una sucursal con domicilio en el norte del Gran Buenos Aires.

Tras sentarse en un banco que había en  Diagonal Norte intentó comunicarse con ese sitio pero nadie atendía. Hasta que pasados mas de treinta minutos tuvo la suerte de hablar con alguien. Quien le respondió que no sabía nada. Le pasó con un superior. Este le contestó que si bien desconocía las razones aparentemente se trataba de un problema en las botellas. Le dio un número de la empresa dedicada a embotellarlas. Colgó y llamo allí.
Luego de escuchar reiteradamente un disco avisando que estaban todos los operarios ocupados Roberto oyó finalmente una voz. Quien le explicó que eso era imposible. Debido a que a ellos les llegan los diferentes jugos que lo van almacenando en tanques según el sabor y posteriormente se dedican a envasarlos. Volvió a pasale el teléfono de la sucursal donde habló anteriormente. Roberto le hizo saber que ahí le dieron el número de esa empresa. La voz que atendía del otro lado le respondió que no podia hacer nada mas. Que el problema no es de ellos. 

Ya eran mas de las cuatro. Pudo comunicarse de nuevo con esa sucursal después de haber realizado varios intentos fallidos. El que atendió no tenía idea de lo que Roberto le decía y le cortó. Una vez que pudo hablar con otra persona esta le explicó que a lo mejor se trataba de un problema en la planta embotelladora. Roberto enojado levantó la voz argumentando que ya le habían dicho eso. A lo que este último le comentó que quizás era otra cosa que desconocían. Pero le aconsejó que siga probando comprarla en cualquier kiosco porque se la deberían vender si o si. Ante la duda de Roberto sobre sus palabras esta persona llamó a otra. Esta también le explicó que era imposible que se la negaran ya que uno es el que elige y tiene derecho a consumir lo que se le antoje.

Roberto entonces siguió yendo a varios kioscos buscando esa ansiada bebida. En todos sus encargados le respondieron que tienen prohibido venderla. Preguntaba acerca de los motivos. Ninguno sabía con exactitud. Decian que recibían órdenes de la empresa.

Enfadado, tomo su moto y fue a la dirección que figuraba en la etiqueta. Tardó mas de una hora en llegar. Era un enorme galpón que ocupaba casi toda la cuadra. En un rincón había una oficina. Tocó timbre. La puerta se abrió. Una chica que se hallaba en un escritorio frente a una computadora le dijo que tomara asiento y espere. Una vez que la chica se desocupó Roberto le explicó sobre su situación. Esta última no tenía el mínimo conocimiento. Roberto preguntó si no se hallaba nadie mas. A lo que le encargada le contesto que a la noche ella se va y viene el personal de seguridad. Roberto empezó a impacientarse. Le pidió que se calmara. Le dijo que a lo mejor había una falla en la planta embotelladora o la que se ocupa de darle el sabor. Pero que ella no sabía nada. Además de recomendarle que intente llamar nuevamente al numero que figuraba en el envase. Enfurecido. Roberto, tras darle unos insultos, agarró su moto y se fue. No sin antes arrojar una piedra sobre la puerta de aquella oficina. 
Nuevamente en Capital se sentó en plaza Lavalle. Llamó otra vez a esa sucursal. Volvieron a decirle que a lo mejor era algo de la empresa embotelladora. Roberto empezó a gritar que ya le habían dado no se cuantas veces ese argumento. Entonces le pasaron el teléfono de la fábrica dedicada a ponerle los diferentes gustos explicándole que quizás el origen del problema estaba allí. Roberto colgó y se comunicó con ese número. El que atendió le pregunto quien se lo había dado. Roberto le comentó. Éste le dijo que eso era imposible. Tras recomendarle que llame de nuevo a quien se lo dio le cortó.

Sin éxito, Roberto probo ir a varios kioscos para ver si alguno le vendía aquella agua saborizada. La respuesta era siempre la misma. Que lo tenían prohibido por órdenes superiores.
Eran mas de las siete de la tarde. Apoyado en su moto que la tenía estacionada en la calle Uruguay llamó a Defensa del Consumidor. Allí ademas de el nombre, apellido, edad, le preguntaban cosas como numero de DNI, dirección, teléfono, profesión, si vive solo o con alguien mas, en casa, departamento, si alquila o son de su propiedad, si es casado, tiene hijos. Entonces Roberto ante tantas preguntas que no tenían sentido colgó.

Harto de toda esa situación ridícula agarró otra vez su moto para dirigirse a su domicilio.